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No recuerdo bien. Era camino hacia…

Siempre escuchaba los grillos; los podía entender. Habían noches muy ruidosas, cubría mi rostro y esperaba el día; me gustaba escuchar el día.

Ella decía mi nombre, como si no quisiera. Siempre iba a… no recuerdo bien dónde era, pero podíamos saltar; no caminábamos, corríamos.

Un día, los grillos me hablaron de la nieve, me dijeron que ella vivía lejos y que nunca iba a caer. Ella esperaba arriba, observaba, nos miraba a veces.

La nieve me escribió, me dijo que era mejor tener los pies con tierra que fríos, y por eso no podía caer. Pero que no me preocupara, ella estaría arriba, observando, mirando. Me dijo que conociera a la lluvia, que era muy amiga del barro. Así que esperé la lluvia, esperaba que hiciera charcos, esperaba ver el barro en las mañanas, esperaba que se secara la ropa, esperaba que el grillo no estuviera, esperaba que el día se callara, esperaba que ella no me llamara hoy, esperaba no correr, esperaba no escuchar, esperaba algún día entender a la nieve.